La subida de los precios de la energía hizo más empinada la cuesta de septiembre que los hogares encararon tras unas vacaciones especialmente caras. La inflación trepó este mes hasta el 3,5%, según ha avanzado este jueves el Instituto Nacional de Estadística (INE). El organismo atribuye ese dato, nueve décimas superior al registrado en agosto, sobre todo a la subida de los precios de la electricidad y, en menor medida, de los carburantes. Si se mira la tasa mensual, la inflación igualmente creció dos décimas. Los expertos auguran que el Índice de Precios al Consumo (IPC) todavía podrá subir algo más este año, sobre todo por la energía y un efecto estadístico. Aun así, la bajada de tres décimas de la inflación subyacente, que se situó en el 5,8%, indica que se mantiene la tendencia de fondo de desaceleración de los precios.
En verano de 2022, los gobiernos y bancos centrales de la zona euro emprendieron una batalla sin cuartel contra la inflación. Y hasta ahora, han logrado ir aplacándola. España dejó atrás las alzas de dos dígitos para llegar incluso al 1,9% en junio gracias al desplome de los precios de la energía y las medidas de alivio aplicadas por el Gobierno, que van desde los descuentos en el transporte público hasta las bajadas de impuestos en los alimentos básicos. Tras conocerse el dato, el Ministerio de Asuntos Económicos ha considerado que “las medidas de política económica adoptadas por el Gobierno están favoreciendo la competitividad de las empresas españolas, la ganancia de cuota de mercado y el aumento del poder adquisitivo de los salarios”.
Sin embargo, la inflación aún está lejos de ajustarse al redil del 2% que se fija como objetivo el Banco Central Europeo y al que no espera llegar hasta 2025. Los organismos y los servicios de estudios creen que el IPC se situará este año en España entre el 3,5% y el 4%. De ese dato están pendientes no solo los 2,18 millones de trabajadores cuyos sueldos están indexados al IPC, sino también otros colectivos, en especial el de pensionistas. La retribución de estos se calcula con la inflación media registrada entre los meses de noviembre de 2022 y 2023, que Funcas estima que será del 3,9%.
El dato del IPC acusa ahora el llamado efecto base, es decir, del punto de referencia estadístico del año pasado. Pero también la subida de los precios de la energía y de algunos alimentos, como el aceite de oliva, a causa de la sequía. El director de Coyuntura de Funcas, Raymond Torres, cree que la tendencia de fondo sigue siendo la misma: la relajación de la inflación a medio plazo. “Esa dinámica no cambia. Podríamos temer otro choque en los precios de la energía, pero vemos que esa subida está muy concentrada en el petróleo. No estamos viendo incrementos significativos en el gas, a pesar de las huelgas en Australia, ni en la mayoría de las materias primas”, sostiene.
Torres, además, no ve los factores que deberían darse para desencadenar una espiral inflacionista. Uno: las subidas salariales, que el BCE observa con lupa, son más fuertes que en 2022 pero no son desorbitadas. Según el Ministerio de Trabajo, hasta el mes de agosto los incrementos de los salarios pactados por convenio colectivo fueron del 3,38%, lo que a juicio de Torres refleja más bien una recuperación de poder adquisitivo perdido en estos años. Y dos: las empresas en el pasado repercutieron buena parte del aumento de costes a los precios, aumentando su margen de beneficio. “Ahora eso va a ser más complicado por la desaceleración”, afirma.
La buena noticia es que el dato es mejor de lo esperado por los analistas, que esperaban un IPC de septiembre de entre el 3,7% y el 3,9%. Además, la inflación subyacente, que excluye los alimentos frescos y los precios de la energía, confirma también que los precios no han abandonado la senda de la moderación. En septiembre, esta cedió tres décimas, hasta el 5,8%, situándose en el nivel más bajo desde el año pasado.
El desplome del euro, que está algo por encima de los 1,05 dólares, también está siendo una vía de entrada de inflación, puesto que la mayoría de los contratos de energía siguen denominados en euros. El tipo de cambio está dando argumentos, de hecho, a quienes creen que el BCE debería ir más allá en su endurecimiento de su política monetaria, por ejemplo, a través de una reducción más rápida de la cartera de deuda pública. Hasta ahora, sin embargo, el BCE ha advertido de que su principal herramienta para combatir la inflación la constituyen los tipos de interés. El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, recordó el pasado fin de semana en una entrevista al Börsen Zeitung que usar una palanca y no otro ha sido una elección de Fráncfort. “Es importante tenerlo presente”, afirmó De Cos. “Hemos hecho mucho muy rápidamente en términos de subir los tipos de interés y confiamos que con los pasos que hemos dado hasta ahora alcanzaremos nuestro objetivo a medio plazo”, sostuvo.
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