¿Qué problemas se dan más frecuentemente en la vivienda? ¿Hemos medido bien la exclusión residencial en España? ¿Cuáles son los factores de riesgo más relevantes para los hogares? Preguntas como estas guiaron la elaboración de un informe que la organización sin ánimo de lucro Provivienda ha presentado este viernes. Y algunas de las conclusiones son sorprendentes porque revelan un problema mucho más amplio de lo que hasta ahora sugerían muchos estudios como, por ejemplo, la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del Instituto Nacional de Estadística. Si a partir de los resultados de esta se concluye que un 42,7% de los hogares españoles tiene algún problema relacionado con la vivienda, el nuevo trabajo eleva ese porcentaje hasta el 59%. Es decir, que prácticamente seis de cada diez familias experimentan dificultades relacionadas con la asequibilidad, la habitabilidad, el entorno o la inseguridad de la casa donde viven.
Los autores del informe explican este incremento por tratarse de un trabajo específicamente destinado a detectar la magnitud de la exclusión residencial en España. Gracias a una subvención del Ministerio de Derechos Sociales pudieron diseñar y llevar a cabo una encuesta a 1.000 hogares (con un error muestral del 3% y un margen de confianza del 95%) que han complementado con microdatos de la ECV. Pese a ello, y aplicando una definición más “restrictiva” de la que hacen algunos organismos, consideran que un 29,5% de las familias sufren exclusión residencial, “un fenómeno que se va extendiendo como una mancha de aceite y está alcanzando cada vez a más capas de la población”, dice el estudio. En cifras absolutas, eso se traduce en unos 5,6 millones de familias.
El principal motivo es la asequibilidad económica —quedar por debajo del umbral de pobreza extrema, que es de 561 euros para un hogar unipersonal o de 364 euros por persona para una familia de dos adultos y dos niños, tras pagar la vivienda— ya que esta situación la viven casi 3,9 millones de hogares en España, un 20,6% del total (de nuevo por encima del 17% que se estima en la ECV). La exclusión por problemas de habitabilidad (que se den simultáneamente tres situaciones de entre: carencia de baño propio, temperatura inadecuada, humedades, falta de luz, hacinamiento, accesibilidad o plagas) afecta al 5% de los hogares; la de entorno (ruidos, vandalismo o falta de acceso ciertos servicios básicos) afecta al 8%, y la de inseguridad (tenencia en precario o verse obligado a dejar una casa en los últimos cinco años por impago o desahucio) a un 4%. Los porcentajes no se pueden sumar para hallar el total porque muchos hogares incumplen más de una de estas grandes categorías.
Además, de entre estas familias con dificultades, 3,2 millones presentan exclusión residencial severa. Es decir, un 17,6% de todos los hogares que hay en España. El estudio considera que se produce esta situación para la mitad más pobre de aquellos que tienen problemas de asequibilidad, así como todos aquellos que, dentro de la exclusión residencial, viven en condiciones de hacinamiento, no tienen un baño propio dentro de la casa o presentan violencia de género.
Predecir la exclusión
Pero, al margen de las situaciones más graves, uno de los puntos fuertes del informe es la aplicación de un modelo estadístico para detectar el riesgo de exclusión entre la población general. Por riesgo se entiende tener una probabilidad superior al 50% de caer en esa situación en función de una serie de características. Y la conclusión de los investigadores es que “la vivienda está empobreciendo a muchos hogares con rentas intermedias”. Concretamente, un 12,4% de las familias que no se encuentran en exclusión residencial, tienen riesgo de caer en esta. Lo que equivale a 2,3 millones de hogares. Y aunque el principal factor explicativo que halla el modelo se relaciona con la falta de ingresos, para las familias con rentas medias y altas es más probable que esto pase por un sobreesfuerzo al pagar la vivienda (es decir, gastar más de un 30%).
Ese resultado es uno de los que más sorprendieron a Elena Martínez, coordinadora y coautora del informe junto con Fidel Oliván. “Si los ingresos empiezan a ser menos explicativos que el esfuerzo”, desarrolla al teléfono la experta, “eso quiere decir que el otro factor del esfuerzo, que es el precio de la vivienda, es más explicativo y si eres pobre, eso está más determinado por el precio de la vivienda que por tus propios ingresos”. Con carácter general, el modelo predictivo señala que el mayor riesgo de caer en exclusión residencial se corresponde con familias que han tenido algún corte de suministro (la probabilidad en ese caso se acerca al 97%) o haberse retrasado en algún pago de la vivienda (84%).
Pero llaman también la atención otros factores: ser extranjero, vivir en un hogar monomarental o haber experimentado una situación de discriminación en el acceso a la vivienda también conllevan una probabilidad superior al 50% de sufrir exclusión residencial. Y aunque por debajo de ese porcentaje, vivir de alquiler supone un riesgo del 47,5%, muy por encima de las familias con una casa en propiedad y que siguen pagando hipoteca (26,9% de probabilidad).
El panorama que describe el estudio, en suma, explica múltiples fallos en el sistema español de provisión de vivienda (como seguramente sucedería de aplicarse a otros muchos países). Martínez subraya una conclusión a modo de corolario: “La vivienda social se concibe como algo para hogares vulnerables, pero este informe dice que hogares vulnerables somos muchos”. La socióloga, que es responsable del departamento de Investigación de Provivienda, cree que lo que está fallando es “que la vivienda se considere exclusivamente una mercancía y no un bien de primera necesidad” y recomienda introducir nuevos agentes en el sistema que trabajen sin lucro o con un lucro limitado.
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