Los tiroteos masivos han dejado de ser un fenómeno desconocido en la Unión Europea. Tras los ataques terroristas de Francia que conmocionaron a Europa en 2015, el bloque dio una respuesta veloz y endureció las políticas comunes sobre el acceso de los civiles a las armas de fuego. Desde entonces, las cifras anuales en toda Europa se mantienen entre uno y tres ataques de este tipo, un promedio constante desde hace 15 años. El más reciente tuvo lugar en República Checa hace más de una semana: un estudiante de 24 años disparó en una universidad de Praga, mató a 14 personas e hirió a otras 25. Aunque los expertos coinciden en que estos incidentes —la punta del iceberg de toda la violencia que se ejerce con armas en el continente— no incrementan per se la amenaza de propagación en otros países, insisten en que la UE no debe bajar la guardia, en particular con el tráfico ilegal de armas.
Desde 2008, se han registrado en Europa 44 tiroteos masivos (la mayoría de las instituciones los definen como aquellos que se saldan con la muerte de al menos cuatro personas, sin contar el asaltante). El atentado en Praga, uno de los más mortales de los últimos años, es el tercero que se registra este año, seguido de otros dos cometidos en Serbia en mayo. Los tres ataques tienen en común el haber sido perpetrados por jóvenes menores de 25 años ―uno de los de Serbia lo cometió un adolescente de 13 años―, un fenómeno en crecimiento entre los países europeos. Alexei Anisin, decano de la Escuela de Estudios Internacionales en la Universidad Angloamericana de Praga, alerta de ello: “Los asaltantes jóvenes no pertenecen a organizaciones de corte religioso o terrorista, que es donde se ha centrado la mayor parte de la seguridad e inteligencia en Europa y por eso suelen sorprender más a las autoridades, como ocurrió en Praga”.
La Comisión Europea advirtió a inicios de diciembre del “enorme riesgo” de que se realicen atentados en la UE durante la época navideña, teniendo en mente la crispación política y social causada por la guerra entre Hamás e Israel lanzada en octubre. Sin embargo, era difícil predecir que el siguiente ataque nada tuviese que ver con el conflicto, sino que implicara a un joven con problemas psicológicos en República Checa, uno de los países con las políticas más laxas sobre el control de armas en la UE. Al punto que, a partir de 2021, protege constitucionalmente el derecho al porte de armas.
“El país es un gran fabricante de armas de fuego y estas tienen un gran valor simbólico en la sociedad, así como sucede entre muchos de los países que estaban regidos por el comunismo a mediados del siglo XX”, explica Nils Duquet, director del Flemish Peace Institute, instituto belga especializado en temas de defensa en la UE. A raíz de los atentados de París cometidos en 2015, el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE impulsaron una nueva directiva sobre el control para dificultar el acceso a pistolas semiautomáticas. La reforma fue aprobada en 2017 e inmediatamente rechazada por República Checa, que llevó hasta el Tribunal de Estrasburgo el caso, al considerar que violaba su soberanía nacional. La justicia europea desestimó su recurso y eso provocó la protección constitucional de la posesión de armas.
Francia y Alemania, principales escenarios
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Pese a que en los últimos 15 años ha habido cuatro tiroteos masivos en República Checa ―en España no se ha registrado ninguno―, el problema trasciende su frontera nacional. En Europa, Francia y Alemania son los principales escenarios de estos incidentes, con siete y cinco ataques, respectivamente, según un conteo del Flemish Peace Institute. Países Bajos, Bélgica, Italia o Austria también consignan múltiples ataques de este tipo, así como países de los Balcanes como Serbia o Albania. Por estos sucesos, han fallecido cerca de 500 personas en todo el continente, de los que casi la mitad murió en tiroteos perpetrados por terroristas. “Son menos frecuentes, pero suelen ser los de mayor número de víctimas”, señala Duquet.
Los expertos subrayan que los tiroteos masivos son solo la imagen más visible de la violencia que se produce en Europa con armas de fuego. Según el instituto belga, la mayoría de las muertes producidas por estos artefactos al año ocurren por homicidios, unos 1.000; y suicidios, alrededor de 5.000, cifras sustancialmente superiores a las víctimas producidas por los ataques masivos. Small Arms Survey, un proyecto de investigación independiente con sede en Ginebra, especializado en violencia armada, contabiliza que los países de la UE con el mayor número de armas por cada 100 habitantes son Chipre (33,96), Finlandia (32,36) y Austria (29,99), seguidos de Malta (28,26) y Suecia (23,14). España se ubica entre los últimos de la lista, con un número estimado de 7,52.
Aarón Karp, consultor sénior de Small Arms Survey, profundiza: “En cada país de la UE hay una parte de la población que quiere tener armas de fuego. Y si hay una gran cultura de la caza, no es inusual que haya un alto número de portadores. Hay casos en los que este lobby es muy poderoso”. Esto explica, en parte, las altas cifras registradas en países nórdicos como Finlandia o Suecia, en donde hay una importante tradición de la caza. “Pero eso no significa necesariamente que haya más tiroteos. Los delincuentes no suelen utilizar armas de caza obtenidas legalmente”, precisa Duquet.
Una excepción a la regla es el asaltante de Praga, que poseía ocho armas ―dos de ellas largas― y para el tiroteo se sirvió de un rifle de asalto AR-10, de la misma familia de los AR-15, utilizados a menudo en los ataques de Estados Unidos. Las autoridades checas han afirmado haber abierto una investigación sobre cómo el estudiante obtuvo las licencias para tanto armamento sin formar parte de asociaciones de tiro o de cazadores y con una historia clínica que detallaba problemas psicológicos, uno de los impedimentos para conseguir armas de fuego, según la legislación vigente.
Avance del mercado ilegal
A pesar de estos cuestionamientos, Anisin ―que se encontraba en Praga durante el ataque― asegura que no se ha generado necesariamente un debate político o social para endurecer la política de control de armas. El gran problema reside, según coinciden en señalar los expertos, en el avance del mercado ilegal de armas. Más de la mitad de los tiroteos masivos de los últimos 15 años fueron cometidos con armamento obtenido ilegalmente, mayoritariamente los cometidos por organizaciones terroristas. La más reciente directiva de la UE sobre el control de armas, aprobada en 2021 como reemplazo de la de 2017, consagra rastreos más rigurosos en el mercado negro e impulsa el intercambio de información entre los Estados miembros. Sin embargo, aún no existe un sistema de recolección de datos en específico a escala comunitaria y las cifras varían por país.
“Los países de la UE conocen las armas inscritas legalmente, pero el problema surge con los datos de incautación de armas ilegales, pues el registro suele pasa a un segundo plano”, expone Duquet, y subraya la importancia de la colaboración entre países: “El tráfico es un problema internacional y se necesita una colaboración de ese alcance”. La Comisión Europea estima que hasta 35 millones de armas de fuego están en manos de civiles, a la vez que unas 630.000 figuran como robadas o perdidas.
A esta problemática se añade la inestabilidad política provocada por la guerra en Ucrania lanzada por Rusia, pues para la Comisión Europea, “aumenta el potencial de proliferación de armas de fuego” en el bloque. “Cuando hay inestabilidad doméstica o regional, las personas deciden armarse. Los picos más altos de compra se registran luego de un tiroteo masivo o de casos excepcionales como la pandemia o la guerra”, indica Anisin. Para Duquet, el “efecto Ucrania” tendrá repercusión en el mediano plazo.
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