Un tribunal de Moscú ha sentenciado a cuatro años de prisión a una de las figuras más importantes del sector ultranacionalista ruso, Igor Girkin, conocido como Strelkov —derivado en ruso de la palabra tirador—, por sus críticas contra el Kremlin y el alto mando en la fallida invasión de Ucrania. Excoronel del Servicio Federal de Seguridad (FSB), uno de los paramilitares que lideraron la incursión rusa que provocó la guerra de Donbás en 2014, y reconocido ruso blanco —fan del zarismo y el Imperio ruso—, Strelkov ha denunciado hasta el insulto el estancamiento del frente y las malas condiciones de las tropas. Los jueces también le han prohibido publicar nada en Internet hasta tres años después de cumplir su condena, que incluye los siete meses que ya ha cumplido en prisión preventiva desde su detención en julio del año pasado, apenas una semanas después de la fallida rebelión del jefe de la compañía de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, otra de las voces más críticas de los nacionalistas. “Sirvo a la patria”, ha manifestado al conocer su sentencia.
Strelkov fue detenido pese a que no tenía ninguna posibilidad de escapar del país. Un tribunal neerlandés dictaminó cadena perpetua contra el militar en noviembre del 2022 por el derribo del vuelo MH-17 de Malaysia Airlines sobre Ucrania en agosto de 2014. Las 298 personas que iban a bordo fueron asesinadas por un misil antiaéreo Buk suministrado por Rusia a los paramilitares. Strelkov, que entonces comandaba a las fuerzas separatistas, afirmó en una entrevista concedida en 2020 que sentía “una responsabilidad moral” por las muertes del avión, aunque nunca dio explicaciones sobre lo sucedido.
Las críticas de Strelkov contra el poder han sido constantes desde el fracaso de las primeras ofensivas sobre Ucrania, aunque la paciencia del Kremlin se acabó tras la rebelión de Wagner en junio de 2023. Un mes después, las autoridades abrieron un caso penal contra Strelkov “por sus opiniones (en Telegram) sobre Crimea y el hecho de que el personal militar de los regimientos aerotransportados 105 y 107 no recibe sus salarios”, según explicó su abogado Gadzhi Aliyev. Entre otras afirmaciones, el paramilitar decía que la península del Mar Negro estaba mal defendida y Occidente no necesitaría negociar “con los abuelos del Kremlin”.
Strelkov es un verso libre en el mundo ultranacionalista ruso. El coronel del FSB no solo ha sido muy crítico con el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y con Putin, por su dirección de la guerra y sus dudas a la hora de movilizar el país. También mantuvo un duro cruce de acusaciones con el jefe de Wagner, Yevgueni Prigozhin, al acusarle de provocar una matanza en sus propias filas para tomar Bajmut. “Su toma no me causa ninguna alegría. Teniendo en cuenta lo que sé sobre sus pérdidas, los recursos desperdiciados, el tiempo perdido y el sinsentido estratégico de esta operación”, afirmó Girkin, al que el Chef de Putin le propuso a su vez que comandase alguno de sus batallones en el frente.
Pese a sus rencillas, Strelkov quedó conmocionado cuando conoció la violenta muerte de Prigozhin apenas dos meses después de que el Kremlin supuestamente le perdonase por su rebelión. “Mi mayor temor es que, en lugar de la condena penal habitual, me amnistien igual que hicieron con el cocinero”, dijo Girkin por carta desde la cárcel al canal Baza.
Querido y odiado en el ultranacionalismo ruso, Strelkov quiso competir con Putin en las elecciones presidenciales de marzo de este año. Sin embargo, el comité electoral central denegó su registro como candidato porque su equipo no pudo presentar un documento: la firma del propio Ígor Girkin, encerrado hasta ahora en la prisión moscovita de Lefórtovo.
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La mecha del Kremlin en la guerra del este de Ucrania
Diez años después, sigue sin estar claro si el Kremlin ordenó directamente el asalto de Donbás cuando las protestas contra Maidan se habían apagado o simplemente dio su beneplácito a los planes de su sector más ultranacionalista. En cualquier caso, Strelkov dirigió el grupo que tomó por sorpresa la ciudad ucrania de Sloviansk. Allí se atrincheró casi tres meses y ordenó varios fusilamientos sumarísimos. Fueron los meses en shock del Gobierno interino ucranio formado tras la huida del presidente Víktor Yanukóvich, entre la anexión ilegal de Crimea por Rusia, en febrero de 2014, y la elección del presidente Petró Poroshenko, quien lanzó desde mayo de aquel año una operación militar contra los separatistas.
Un paramilitar íntimo de Strelkov, Yevgueni Skripnik, alias Prapor, afirmó hace unas semanas que Girkin ya planeaba la toma de Ucrania cuando era oficialmente miembro del FSB. Es decir, antes de las protestas de Maidan pese a que el Kremlin ha argumentado siempre que Donbás se rebeló contra un supuesto golpe de Estado ucranio.
“Como amigo cercano puedo revelar algunos secretos: Ígor (Girkin) es uno de los pocos que llevó a cabo el proyecto de Novorossiya (nombre zarista de la región sureste de Ucrania). Fue antes de 2014, tenía su propia red cuando era un alto cargo del FSB. Planeó la anexión desde Novorossiya hasta Transnistria (Moldavia)”, afirmó Prapor.
Uno de los voluntarios rusos que se unió a las milicias de Strelkov en mayo de 2014, Alexánder Zhuchkovski, relataba en su libro 85 días de Slaviansk que el coronel del FSB contó en un primer momento con el apoyo financiero y militar del oligarca ultranacionalista Konstantín Maloféyev; del jefe impuesto por el Kremlin en Crimea tras su anexión ilegal, Serguéi Aksiónov; y de otro personaje oscuro, el ‘politólogo’ y hoy diputado Alexánder Borodái, a quien conoció en la guerra de Transnistria en 1991 y que sería designado primer ministro de la República Popular de Donetsk en los primeros meses del golpe.
Zhuchkovski asegura que Vladímir Putin estaba enterado de estos planes. El voluntario, testigo de aquellos primeros meses, considera “insostenible” la versión en la que un grupo de paramilitares armados se mueve tranquilamente por Rusia y cruza la frontera cuando la seguridad era máxima tras la anexión ilegal de Crimea y las protestas de Donbás.
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