Las personas mayores de 65 años han mejorado con claridad su nivel de riqueza en términos reales a lo largo de las últimas dos décadas. Los activos reales (principalmente, propiedades inmobiliarias) representan en torno al 80% de dicha riqueza total, lo que, unido a la revalorización que ha experimentado la vivienda en este periodo, explica en gran medida este aumento de riqueza en España. Es decir: los mayores no han ahorrado más, sino que sus viviendas se han revalorizado. Teniendo en cuenta, además, que una parte muy importante de esta riqueza es la vivienda principal, nos encontramos con que, en la mayor parte de las ocasiones, nuestros mayores poseen un mayor nivel de riqueza que de liquidez, según explica el reciente estudio Finanzas de los hogares 2000-2022, realizado por la Fundación Afi Emilio Ontiveros.
Por otra parte, el periodo que han de afrontar tras la merma de la renta derivada de la jubilación es de casi un tercio de su vida. En España, una persona de 65 años vive de media casi 20 años más. Existe una creencia bastante extendida de que los mayores deberían ahorrar en productos de mínimo riesgo, pero generar ahorro o rentas en periodos tan largos sin asumir ningún riesgo implica renunciar a mucha rentabilidad y, por tanto, ingresos.
En los últimos años estamos asistiendo al nacimiento (y resurgimiento) de muchas iniciativas centradas en que los mayores empleen su principal activo (la vivienda) para generar liquidez o hacer frente a los gastos asociados a la longevidad (reducción de la renta disponible, aumento de gastos médicos, eventos de viudedad y dependencia, necesidad de cuidados…). Además de la hipoteca inversa, existen muchas otras soluciones de licuación del patrimonio inmobiliario, como la venta de nuda propiedad, las rentas vitalicias inmobiliarias, la venta con alquiler garantizado y otras opciones de vivienda inversa.
Para el desarrollo de una estrategia de generación de ahorro o rentas es fundamental evitar decisiones “de producto” y asegurarse de encontrar soluciones basadas en un adecuado análisis de necesidades. Una buena planificación financiera de las personas mayores debería contener, al menos, cuatro ingredientes principales para tener éxito: el primero, desde luego, el financiero, encontrando la fórmula que maximice la rentabilidad en un nivel de riesgo adecuado y bien fundamentado; el segundo, el de las implicaciones fiscales de la solución, que pueden invertir totalmente el signo del resultado obtenido; el tercero, el de las preferencias y expectativas vitales y familiares, de las que los herederos son una parte importante; y, por último, el de contar con un asesor totalmente independiente, cuyos incentivos estén desligados de la solución financiera finalmente elegida.
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